El recorrido está marcado con cerámicas con vieira. Se entra cruzando la Autovía por paso elevado a la altura de la Ermita de la Virgen de Loreto prácticamente en ruinas, se cruza la avenida de Andalucía, antigua N-IV; se coge a la derecha la calle Cruces y, por detrás de la Iglesia, se llega al centro de la población
Tembleque perteneció a la Orden de San Juan de Jerusalén, pero aparece por primera vez en la historia allá por el año 1163, en el que el rey Alfonso VI arrebató el pueblo a los árabes junto con el castillo de Consuegra. Es en el 1241 cuando Don Ruy Pérez, prior de la Orden de San Juan, le otorga carta de población. La Casa Consistorial es el palacio del Caballero Fernández Alejo, del hábito de la Orden de Santiago. La población se ha hecho famosa por su Plaza Mayor, una de las más bellas y originales de España, construida en tiempos de Felipe IV.
Es muy notable la Iglesia parroquial, dedicada a la Asunción, que perteneció al priorato de San Juan. No hay que dejar de ver la Ermita de la Concepción en la que se puede admirar un bello crucero-rollo, así como el Palacio de los Ylustres Fernández Alexo, también conocida como Casa de las cien puertas.
- Ayuntamiento: Plaza Mayor, 1. Tel.: 925 145 261
- Casa Rural “El Balcón de la Mancha”: Plaza de la Orden, 8. Móvil: 615 599 472 – Tel.: 925 145 849 (precios para peregrinos). elbalcondelamancha@gmail.com
- Hotel A Posada: Av. Andalucía 0. Tel.: 925 145 181
- Oficina de Turismo: Plaza Mayor, 1. Tel.: 925 14 55 53
El recorrido por el pueblo te descubrirá patios manchegos y rejerías de gran belleza.
A unos kilómetros al Suroeste de la villa, se levanta el hermoso santuario del Cristo de la Palma, conocido vulgarmente por el Cristo del Valle. Tiene planta de cruz griega, de mampostería y ladrillos, y posee una ostentosa portada de piedra berroqueña. En el escudo, labrado en piedra caliza, se lee una fecha, 1698. Existe una tradición acerca del origen de este santuario: el Cristo que se venera en esta capilla bajo el título de la Palma y de Santiago, fue pintado el 25 de junio de 1688 por dos peregrinos que dijeron llamarse Juan Bautista y Manuel Terrín, quienes, llegando a dicho sitio, se hospedaron en la quintería que tenía Juan Montoro y en agradecimiento le dijeron si gustaba que le pintasen un Santísimo Cristo, respondiendo que sí, grabaron en el tosco lienzo de la pared la imagen del Cristo utilizando para ello un tosco pincel de carbón y cinco distintos colores que traían y amasaron con saliva, hecho lo cual se ausentaron sin que ninguno se apercibiera. Desde entonces este Cristo de la Palma y de Santiago ha obrado grandes portentos. La fiesta tiene lugar el segundo domingo de mayo.