Parroquia de Villamarín, que tiene bares, lavadero y hermosas casas. Antiguamente los peregrinos evitaban venir por aquí por los portazgos tan abusivos que cobraban y se desviaban por Ponte Mandrás.
Se sigue entre chalés y se vuelve a cruzar la carretera: estás llegando a Bouzas, que tiene unas instalaciones típicas de las ferias de Galicia, para el cobijo de feriantes y clientes, que están despareciendo.
Desde aquí, haciendo un zig-zag, se sigue el camino a la derecha, luego a la izquierda y otra vez a la derecha, se baja hasta cruzar la carreterilla que te lleva a Sobreira, más adelante se pasa por el precioso e histórico Ponte Sobreira, puente de arco único apuntado, con multitud de marcas de cantero. Posiblemente su origen se remonte a los siglos XIII o XIV, según se deduce de la inscripción sobre su reconstrucción en el XVIII. Está sobre el río Barbantiño; el paisaje está rodeado de bimbias que te acompañan durante muchas etapas.
Después de un corto descenso, se llega a Faramontaos que fue Priorato de Oseira y tuvo Hospedería. A los 16 kilómetros se llega a A Armida, se sigue por senda casi cegada y, después de 350 metros, a Viduedo, que tiene fuente, lavadero, pazo y Peto de Ánimas incrustado en la fachada de una casa.
Los bares y tiendas se encuentran en la N-525 y, tras caminar por ella unos 50 metros, se pasa a la derecha y se entra en un camino lleno de carballos (robles). Tras 18,8 kilómetros por senderos y corredoiras, se llega a Casas Novas. De aquí a Cea el camino es casi todo de tierra y sombreado. Apenas 2 kilómetros nos separan de este final de etapa con el mejor pan de la zona. Por todas partes se anuncia “Pan de Cea”.